Yamaha SR400. Prueba


Por: Iguana Custom ~ lunes, 7 de julio de 2014. Filed under: General.
Con la SR400 Yamaha va mucho más allá de hacer un guiño al pasado. Directamente revive su mítico modelo, tal cual apareciera 35 años atrás, al que sólo añade los cambios necesarios para cumplir la normativa vigente. Así, tomar sus mandos es hacerlo sobre una moto de finales de los 70, tanto para lo bueno como para lo malo.

Los modelos SR originales de Yamaha aparecieron allá por 1978. Eran la SR400 y SR500, que se basaban técnicamente en la XT500, un modelo «off road» que había aparecido algunos años antes. La versión de «cuatrocientos» se dirigía al mercado japonés, y la «quinientos» al europeo. Esta diferencia de cilindrada radicaba básicamente en una cuestión de homologación, y se conseguía reduciendo la carrera del cilindro. En Centroeuropa, la SR500 fue creciendo en fama, al punto de organizarse multitud de motoclubes a su alrededor, y convertirse para muchos de sus incondicionales en una moto de culto. Algo que también ocurrió en el país del Sol Naciente. Aun hoy día tiene seguidores por todos los rincones del globo, y es por este motivo que, muchos años después, y aprovechando el nacimiento de la gama Sport Heritage, Yamaha vuelve a ofrecer a sus clientes la posibilidad de disfrutar de una moto con solera, a la vez que accesible y utilitaria.

Sin embargo, y a diferencia de otros modelos disponibles, como son la V-Max, XV950 y XJR1300, la SR400 no es una moto moderna con apariencia «retro». Es, en realidad, la misma moto de hace más de 30 años, con unas especificaciones de parte ciclo y motor básicamente iguales. Esto le confiere una personalidad única y muy especial, y una forma de ser y comportarse también propia de una moto de hace varias décadas. Incluido, por ejemplo, su mecanismo de arranque, que se mantiene única y exclusivamente a pedal.

Sencilla

La SR400 es una moto muy sencilla, de gran facilidad de manejo, y un diseño clásico y llamativo. Al punto de ser, para muchos, cautivador. Al acercarte a ella y observarla de cerca retornas varías décadas en el pasado. Lo haces al ver sus mandos, iguales a los empleados en el pasado, la doble esfera del cuadro de instrumentos, las aletas de chapa, o mucho acero y componentes sencillos a lo largo y ancho de su diseño. Esto, igualmente, no resta méritos a sus formas cuidadas, y sus dimensiones y ergonomía del pasado cuadran a la perfección con el uso ciudadano. Es compacta, estrecha, los espejos retrovisores ofrecen mucha visibilidad y el manillar gira mucho. El asiento plano se localiza a baja altura, llegando con los dos pies perfectamente al suelo, mientras que el ocupante accede a él con suma facilidad. Mientras, sus neumáticos estrechos confieren al conjunto una estupenda manejabilidad.

Acompañando su condición de moto accesible y con solera, el motor es un monocilíndrico de 4 tiempos refrigerado por aire. Su principal diferencia con respecto al producido hace varias décadas, es que ahora viene alimentado por inyección electrónica en lugar de carburadores, y equipa un catalizador en panal de tres vías dentro del silenciador, y de este modo puede cumplir las normativas sobre emisiones actuales. Con ello se facilita igualmente el arranque, que recordemos es «a patada» y no eléctrico. En las SR400 de antaño se necesitaba una técnica especial que podía resultar algo difícil de dominar para arrancar, aspecto que en esta nueva versión ha quedado solucionado. Tanto por la alimentación, como por utilizar un nuevo sistema de encendido por transistor que genera una mejor chispa. En el lado derecho de la culata permanece el indicador que señala cuándo el pistón se encuentra en la posición óptima para arrancar, mientras que en el lado izquierdo del manillar hay una palanca que permite accionar el descompresor para arrancar con más suavidad.

Ciertamente algo incómodo en los tiempos que corren, más aún si estás arrancando y parando continuamente. Has de aceptar el tener que arrancar a pedal si quieres una SR400. No hay más remedio.

Otras ventajas que ha aportado la inyección son un muy contenido consumo de combustible (de media en nuestra prueba ha quedado fijado en 4,4 litros a los 100 km); y una considerable suavidad de respuesta, especialmente circulando a bajas revoluciones. En su contra, el motor adolece de cierta falta de empuje para la cilindrada que tiene. O mejor dicho, lo hace con menor contundencia de lo que esperas.

Tampoco podemos obviar que el índice de vibraciones desprendido por el mismo, y que llegan hasta conductor y ocupante, aumenta a medida que se incrementa la velocidad. Son pequeñas vibraciones, pero molestas, que se dan fundamentalmente en el depósito en forma de lágrima de 12 litros de capacidad, el asiento, y el manillar. Estas se manifiestan especialmente a partir de 90 km/h, para ser realmente incómodas a partir de 120 km/h. Es por ello que los desplazamientos de medio y largo alcance no son ideales a los mandos de la SR400, siendo por el contrario muy agradable y agradecida en ambiente urbano.

Nuestra protagonista monta un sencillo bastidor de cuna semidoble de acero tubular, idéntico al original, que se caracteriza por transportar el aceite del motor. De este modo, y al carecer de cárter de aceite debajo del propulsor, se incrementa la distancia al suelo de la SR400 y permite adelgazar la carrocería. Por otro lado, la horquilla es convencional de 150 mm de recorrido, mientras que detrás equipa un doble amortiguador regulable en precarga de muelle. El conjunto es realmente equilibrado, y si bien no está diseñado para ir buscando sus límites, si lo está para superar con nota cualquier conducción. En vías de asfalto irregular sobresale por la capacidad de absorción de las suspensiones, mientras a máxima velocidad en autopista aparecen algunos balanceos que aconsejan reducirla sensiblemente. La estabilidad en curva es aceptable, y como hemos mencionado anteriormente, la manejabilidad notable.

Por su parte, el equipo de frenos, compuesto por un disco delantero con una moderna pinza de doble pistón, y un freno de tambor sellado detrás, es bastante dosificable y acertado en su trabajo, más aún si tenemos en cuenta que no deberían ser exprimidos en demasiadas ocasiones dado el carácter del modelo.

Conclusión

Con la SR400 yamaha hace un guiño al pasado, pues devuelve a las calles una moto con la configuración, componentes y características prácticamente calcadas a la que produjeran 35 años atrás. Lógicamente, los tiempos actuales ofrecen una diversidad de motocicletas que no existía por entonces. Por ejemplo y sin salir de Yamaha, la  MT07, con su mismo precio (5.999 euros), es a todos los niveles infinitamente superior. Pero la SR400 tiene un sabor especial, es práctica y realmente se defiende en múltiples ambientes, especialmente en ciudad. Con todo, la SR400 se dirige a nostálgicos y amantes de lo tradicional, de lo diferente y lo personalizable, más aún teniendo en cuenta las versiones que de ella se derivarán.

Óscar Pena. Fotos: Jaime de Diego | 11/06/2014

Fuente: www.motociclismo.com

Enlace: https://www.motociclismo.es/pruebas/carretera/articulo/yamaha-sr-400-prueba

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